domingo, 1 de mayo de 2011

No me gusta conducir... "Ni el carro de la compra"


A mi larga lista de “vehículos para el transporte terrestre o marítimo de personas o mercancías” tengo que añadir el último que he “conducido”:
¡El carro de la compra!
 Es un “vehículo” de cuatro ruedas, que necesita de un “conductor” para el transporte de “mercancías”. ¿o no?
 Por circunstancias que no deseo explicar, mi inagotable esposa ha tenido que pasar unos días de reposo, con la recomendación médica de que no saliera de casa y que no levantara pesos.
  Ya lo teníamos previsto y la “despensa” de casa tenía más alimentos almacenados que la cocina de un crucero, nos quedamos sin dos artículos de “vital importancia”: Peras y Mandarinas.

 
 Aunque hacía nueve años que no iba a comprar (puntualizo, yo compro en la ferretería y en el estanco) me ofrecí a ir a por las mandarinas que le gustan a ella y por la peras que yo como, siguiendo sus experimentados consejos.
 Me dijo:
Llévate el carro de la compra,  es “muy cómodo”.
 Hago la primera pregunta, y recibo el primer consejo...
¿dónde voy a comprar la fruta?
Respuesta: A la parada de L’Albert el frutero, en el mercado de los payeses que se ponen cada día en Paseo “de dintre” (de dentro).
 ¿cuántas peras compro?
Resp.: Las que tu quieras... “de las que te gustan a ti”...
 Me empezaron las dudas porque no me acordaba “cuales me gustan a mi”, cuando me siento en la mesa, me ponen la pera al lado de la servilleta y me la como sin mirarla...
 ¿cuántas mandarinas te compro?
Resp.: “Las que tu quieras... pero, sobre todo, que “pesen” y que tengan la piel delgada...”
Tampoco pregunté más... pero en el interior de mi cerebro me decía:
¿cómo descubro si una mandarina tiene la piel delgada? ¿cuánto pesa una mandarina “mala” en comparación con una de “buena”?
Sin hacer más preguntas, me cojo el carro y me voy en busca de tan “imprescindible” alimento...
Ya para empezar, querido lector, si nunca has llevado un carro de la compra por la calle (en el parket de casa, es otra historia...) las ranuras de las baldosas de la acera hacen que te vaya “vibrando” hasta la orejas... (me recordaba a una Sanglas 500 S2  monocilindrica, que la llamaban el “vibrador” y que ninguna chica rechazaba la invitación a dar una vuelta, no sé porque...) y, si intentas “conducirlo” y hablar a la vez, seguro que tartamudeas...
La dirección asistida no ha llegado a los “vehículos de mercancías para recorridos cortos...” ¿cortos? Se me hizo una eternidad los 300 metros que separan mi casa del mercado.
Cuando al fin llegué (por cierto, imposible fumar y conducirlo a la vez, necesitas las dos manos como los pilotos del Dakar) donde siempre está el mercado, no estaba...
No recordaba que los sábados se trasladan del Paseo “de dintre” al Paseo del Mar, para que los que vienen a pasear por la costa el fin de semana se “animen” a comprar “fruta directamente del payes” (de la tierra a la parada).
Pregunté a un policía donde estaba el mercado y con una cara de “Ud. no es de aquí”, me indica la dirección hacia la playa.
Llego al mercado y por lo menos habían 15 paradas de fruta... pero, recuerda, hay que ir a la parada de l’Albert que es la que más gente acude y un sábado a las 12h del mediodía, había una cola de 20 personas.
Me pongo al final de la cola y al momento se acerca a mi espalda una señora y pregunta, junto a mi oído y a grito “pelao”:
¿LA ÚLTIMAAAAAA?
Me giro, con mi barba de 4 días, y mi reluciente calva, y le respondo:
¡SERVIDORAAAAA!
 Quizá le confundió mi larga cabellera trasera que intenta compensar la falta capilar delantera. Y tampoco no es plan ponerte a discutir sobre mi masculinidad a la primera de cambio.
La cola transcurría paralelamente a lo largo de las cajas de frutas, y las personas iban cargando sus cestos conforme iba adelantando la cola, que avanzaba tan despacio que al final acabé cogiendo “kiwis” por aburrimiento.
Cuando llego a la “Sección Peras”... ¡Sorpresa!
¿tu sabes, apreciado lector, la cantidad de “Tipos de Peras” que hay en el mercado? Peras redondas, alargadas, limoneras, meloneras, mas verdes, más claras, de Sant Joan, ...
¡Por Dios! Si hay más “versiones” que del Seat Ibiza.
Y ya puestos a preguntar:
 ¿tu sabes cuales son “las que me gustan a mi”?
Cogí las primeras que pillé, sabiendo que cogiera el número de peras que cogiera a mi esposa le parecerían muchas o pocas, es imposible acertar las que hubiera escogido ella sin hacer la integral matemática de “si hoy es sábado y hay que comprar para dos días, teniendo en cuenta el número de peras que como a la semana dividido por el número de plátanos y multiplicado por la raíz cuadrada de las naranjas... la cantidad exacta es X elevado al cubo multiplicado por Y.
 La cola que avanzaba más lenta que mi furgo en la subida de “El Bruc”, por fin llego a la “Sección Mandarinas” que, afortunadamente para mi, sólo habían dos tipos, las caras y las baratas. Voy directamente a las caras, por una vez que voy a comprar no me voy a preocupar por el “ahorro del hogar”.
Empiezo a coger mandarinas, una en cada mano, y a sopesarlas cual pesaba más... y en mi inútil opinión todas pesaban igual.
En el tercer intento, oiga un grito a los lejos de l’Albert que, mirándome a mi, dice:
¡NO SE TOCA LA FRUTA, LA QUE TOQUES TE LA QUEDAS!
 Pensé...  "no me conoce y piensa que o soy un turista o más bien por mi aspecto, un ilegal acabado de llegar en patera".
¿cómo peso la mandarinas si no las puedo tocar?
Miro a mi alrededor y veo las “señoras del poble” que no sólo tocan la fruta, sino que además se comen una pieza, con todo el “morro”, para saber si están buenas...
No hay nada como “integrarse” a la sociedad de un pueblo... y de que te conozca l’Albert.
Después de hora y media para comprar 4 peras y 6 mandarinas, vuelvo a sufrir el peculiar Dakar de llevar el carro, ahora con “peso”, por el Paseo del Mar, sorteando a los “turistas” del incerso en el mes enero que pasean sin ninguna prisa... y por fin, llego a casa. Y mi querida esposa me dice:

 ¡Gracias, amorcito, pero con lo que tu has tardado en comprar esto yo hago la compra de toda la semana!
Vamos... que ella hace la “vuelta rápida en carrera”, en un “circuito urbano”...
Y lo que más me fastidia de todo es que, encima, tiene razón...

Viendo la facilidad que tiene mi esposa para “conducir” el carro, me están entrando ganas de ponerle un motor GRC 50cc sacarle la Licencia Federativa y apuntarla a esa “categoría “ llamada “Open para Sccoter, MiniGp, Funmotard y Similares”, no sé si con tal de llenar la parrilla me la dejarían apuntar con el “CarroGp”, pero desapercibida seguro que no pasaba, sobre todo, si además le pongo al Carro los adhesivos de Repsol, como la moto de Dani Pedrosa.
Por favor, cariño, recupérate pronto... en la Ferretería me echan de menos...

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