Nunca hubo “feeling” en nuestra relación. Quizá por aquello
de que “lo que mal empieza...”.
Y ayer hicimos nuestro último viaje. Sólo 70 kms
(Blanes-Figueras) pero que fue el recorrido más largo desde que, por error, te
compré. Un viaje sólo de ida, porque volví a casa en tren. Pero en el trayecto
(que se me hizo eterno) tuve tiempo para pensar en el tiempo que pasamos
juntos, tu en el parking y yo... vete-tú-a-saber...
Recordé las palabras de mi amigo Tomás Perezagua, cuando le
dije que, entre esta moto y yo, no nos entendemos. Y me dijo: ¿tu ya le hablas
a la moto? Porque nadie se hace a su moto hasta que no hay una comunicación...
hasta que no le hablas...
Y le respondí: “No le hablo por miedo a que me responda”.
Y aproveché esta última excursión para hablarle, y
preguntarle:
¿tu me quieres, Bestia? (mote que le puse desde que la
compré... ¡La Bestia!)
Y no me respondió. La callada por respuesta. Y quien calla,
otorga. O sea, nunca me ha querido.
Como dije hace poco: “No es la moto apropiada para esta época
de mi vida”.
Y al igual que los abuelos de la tercera edad, sentados en
un banco a la puerta del “Hogar del Jubilado”, viendo las “guiris” pasar en
verano, me vino a la mente la misma frase que ellos pronuncian: “Si tuviera 30
años menos... te ibas a enterar...”
Y al igual que ellos, pensé que sólo puedo hacer lo mismo:
“Mirarla/s” y dejarlas pasar recordando tiempos mejores y cagarme en Newton y
su ley de la gravedad.
De vuelta en el tren me daba la sensación de haber dado un
paso hacia la vejez.
Parecerá una estupidez pero el hecho de tener la “Bestia” en
el parking, me hacía sentir más joven. Siempre pensaba: “No la uso pero si
algún día me entran ganas de correr... Ahí está.”
Curiosamente lo mismo que deben de pensar los setentones
cuando van acompañados de jovenzuelas... “No la uso pero si algún día me entran
ganas...”
Y en los dos ejemplos el placer radica en sentarte en una
terraza, lo más concurrida posible, y mostrarla a los demás.
Adiós, mi bestia. Aunque nunca nos quisimos siempre te
tendré en el recuerdo, mientras me aguante la memoria, junto a las otras 24
“novias” que he tenido. Que tengas suerte.
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