“Mi destino”, a veces gracioso y a veces penoso, hizo que el día 5 de septiembre estuviera delante del televisor (aunque mi mente seguía pensando en mis “niños” de la Promovelocitat) viendo la carrera de Moto2 del Mundial de Velocidad en el GP de San Marino.
Todo transcurría con normalidad hasta que un accidente, similar a otros que ya había visto desde que sigo el mundial (como el de Franco Uncini envestido por Wayne Gardner, en Assen 1983, hasta el de Axel Pons en el CEV)) volvía a repetirse.
Un piloto japonés perdía el control de su moto y en su intento de controlarla, caía en medio de la pista y era arrollado por el piloto italiano Alex de Angelis.
Caída y golpe, espectacular, como tantos, pero que en el 99% de los casos, acaban con el piloto levantándose y buscando su moto para proseguir la carrera.
Esta vez, uno de los implicados, Shoya Tomizawa, que había perdido el conocimiento en el choque, era asistido rápidamente por una ambulancia que lo llevaría a la Clínica Móvil.
La carrera proseguía, el presentador, Ernest Riveras, retransmitiendo y animando a los telespectadores, y Ángel Nieto, “a su bola”, 25 años retransmitiendo carreras y todavía no me he acostumbrado a sus comentarios, pero sigue, un año más, en “nómina” cobrando de TVE1 y, a la vez, cobrando de sus patrocinadores personales, Motociclismo y Repsol, en un canal donde, curiosamente, esta prohibida la publicidad.
La ambulancia que tenía que transportar al piloto japonés accidentado, seguía parada al lado de la pista donde había sido recogido.
Y al cabo de pocos minutos (y antes de finalizar la carrera) el presentador Ernest Riveras le tocaba dar la fatal noticia del fallecimiento del piloto nipón. Esa noticia tan dramática, que, tal como dijo el propio Ernest, "nunca estás preparado para darla y no explican como hacerlo en la Facultad de Ciencias de la Información".
Y después de dar la noticia, con voz entrecortada, tuvo que “aguantar el tipo” e intentar seguir animando a la afición hasta acabar la carrera, cuando lo que en realidad le apetecería es tirar el micrófono, soltar un grito al cielo para desahogarse y ponerse a llorar.
Hubiese preferido no “vivirlo” en directo, pero el destino hizo que ese día estuviera en casa para sufrirlo, y sin quererlo, volver a recordar los pilotos que por desgracia tuvieron el mismo final.
Pilotos que los aficionados seguimos en cada carrera por televisión y en la prensa motociclista y cuando ocurre una desgracia así, es como si se tratara de un amigo lejano o un conocido cercano.
A la mente me vino de inmediato, la primera vez que, desde que sigo el mundial, ocurría una desgracia como esta. Era Iván Palazesse, que también perdía la vida en el GP de Alemania ’89, cuando un piloto le paso por encima; o, con más "suerte", Reinhold Roth que cuando después de un accidente con un piloto doblado, le pasó por encima Alex Crivillé y quedó en coma y posteriormente en estado vegetativo, o el accidente Wayne Rainey ’93, (en el mismo circuito donde acababa de fallecer Tomizawa) que no perdió la vida pero quedo en silla de ruedas para el resto y el último y más recordado Daijiro Kato, en Suzuka'03.
Da igual las modernas medidas de seguridad de los circuitos, con grandes escapatorias, los monos hechos con material de la NASA, protectores de columna, airbag, etc... los hechos nos demuestran que en el siglo XXI todavía puedes tener un accidente absurdo “en medio de una recta” y dejar la vida en el asfalto.
Recientemente, he leído la noticia de que la marca Shoei va a sacar un casco réplica de Shoya Tomizawa, que sólo se venderá en Japón pero que ya hay españoles interesados en conseguirlo.
Al contrario de los que llevan el “74” de Daijiro Kato, en su mono o en la moto, que me parece un detalle nostálgico y discreto, la idea de llevar un casco con el mismo diseño con el que falleció un piloto, me parece de muy “mal yuyu”, pero contra gustos...
Lo que ya me parece del todo absurdo es que la fabrica Shoei ha comunicado que parte de los beneficios de la venta de dicho casco irán a parar, por una parte a la familia de Shoya y por otra a la formación de jóvenes pilotos japoneses que empiezan en el motociclismo de iniciación.
Es incomprensible que un país emergente como Japón, con el dominio de las cuatro marcas más conocidas de mercado, que invierten decenas de millones cada año en la creación y mejora de sus motocicletas, no destinen una parte "millonaria" a la formación de jóvenes talentos japoneses, y nos tengan que convencer que una ínfima parte de los beneficios de la venta de un producto, sirva para el motociclismo de base, japonés.
Creo que quedarían mejor si dijeran que los beneficios de dicho casco irían directamente a la Familia Tomizawa o que crearán un Campeonato para el recuerdo de pilotos japoneses fallecidos, cuyos ingresos irían a parar a sus familias.
La verdad es que el mal “yogurt” que tenía por no haber podido ir a la 4º prueba del Trofeo RACC de Promovelocitat, desapareció, de repente, cuando Ernest Riveras, dió la fatal noticia.
A veces nos quejamos por lo material o lo económico cuando, en realidad, lo único que no se puede reemplazar es una vida humana.
Adiós, Shoya,... Buen viaje!
Adiós, Shoya,... Buen viaje!
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